Si tu cuerpo es el mar déjame que el mio sea el viento que lo embravece, que tome las olas y las surca. Llenemos la piel de vaho, de susurros. Que tiemblen nuestros sentidos, que se reconozcan nuestros cuerpos. Llenar la habitación, cada rincón con tu voz jadeante. Desesperados pidiendo auxilio en el colchón. Y los dedos, se encajan, se aprietan con aquel movimiento de tu pecho buscando una bocanada de aire al unísono. Vamos a dejarnos los gemidos, la piel y los orgasmos. Son tus labios las rocas, chocaré con ellas hasta partirlos. Son mi rumbo tus caderas,. Tormentas en tus entrañas, y una muerte dulce de sentidos. En el fondo de tus ojos no aguanté la presión. y eso que no le temía al mar, ni a los piratas por ser uno de ellos.