Últimamente la poesía me miente y traiciona como traicionan las personas. Me he parado a pensar en los siete pecados capitales siendo atea y supongo que para todos esos creyentes el cielo les está prohibido. Dime, ¿Quién se salva del infierno?
Me gusta el café. El color tostado, la espuma, el aroma y la compañía. Serán las mañanas lluviosas y el invierno o este tres de febrero que me hace no llegar a los veinte. Es el humo de mis pulmones, el alquitrán y la llama que lo enciende. Es Sevilla y sus callejones. Es la ambivalente vida y mis no queridos diecinueve.