El lenguaje de los corazones rotos.

Me apetecía describirte una última vez. Puede que ahora  de una manera distinta, de una manera sincera. Han pasada tres años y aun me agobian las preguntas, odio el número 1, siento necesidad por justificarme, sigo teniendo estrías de tus uñas, cicatrices en los recuerdos, cortinas de complejos, cuervos posados en mi pelo susurrando las taras que creaste, Incesantes dudas sobre cuanto valgo según tu listón. Aun me pongo alerta cuando escucho "Solo quiero lo mejor para ti" Pero cabrón de mi vida este no es un poema triste. He dejado la soga en tu casa Y he sentido como la vida tenía pulso. He caminado por tu calle a posta para sentir la adrenalina de no tenerte miedo. Recordé el poder de quien tiene voz. Voz y risa. He comenzado a cuidar de mi hogar, de este espacio en el que habito. He dejado de maltratarlo de exiliarlo, de calificarlo. Para mi sorpresa; ya no me lloro encima Te he encontrado, bajo cremallera, escondido en mi hombro izquierdo  y por primera vez me he puesto t

Tu existencia siempre fue mi escritorio favorito. Incesante transformación. Infinita creatividad  donde el polvo nunca se acumula y la pluma acaba en mi pelo. Aquí jamás se tocan tinta y papel. Nada es visibe y sin embargo todo es palpable. Y perdona; por las tormentas que arrastran mis tobillos pero solo es contigo y no frente a ti donde necesito colapsarme pues no conozco mayor fuente de energía que la de nuestros núcleos colisionando a toda ostia y con millones de versos deslocalizados a nuestro alrededor.