Para mentirle a una hay que creerse la mentira. No solo vale con crearla, arrastrarla y sostenerla. No solo vale con echarla a volar y esperar el aterrizaje. Hay que controlar el viento y la trayectoria. Hay que dejarla tocar el suelo en el sentimiento justo. Para soltar una mentira hay que sentirla y hacerla propia porque lo que es nuestro no se olvida, no se cambia, se retiene y se expande. Se hace olor y se desprende día a día. Si vas a soltar una mentira hazlo como dicen que no se puede. Miénteme, pero hazlo bien. Hazlo concienciado, que jamás lo descubra. Si no tienes la valentía para asumirla y sufrirla, si dejas una duda al descubierto, un matiz cambiante, una cuartada imprecisa.. No pronuncies palabra porque todo tu discurso será en defensa propia y tú, tú no estabas roto.