Ir al contenido principal

Entradas

Mostrando entradas de junio, 2015

VII

Mis manos se fundían con el olor del viento para así poder tocarte sin interrumpir el parpadeo de tus manos al hablar, sintiéndome una niña de cuatro años huyendo de una batalla de bombas, escondiéndome bajo la cama para no temer al monstruo. -Estas preciosa- me dijiste y sabía que mentías, aun tenía cicatrices de almohada en las mejillas.

Repentino.

Y te fuiste tras un culo terso y blanco que encabezaba unas piernas lisas como el mar en calma y yo acabé, con dos nalgas rojas recién azotadas, cuando en realidad solo las estabas abandonando.

Han quemado la poesía.

Han quemado la poesía y ni siquiera me han dejado ser poeta. He hecho todo, lo que debe hacerse, excepto ser buena. He escrito sobre mi vida y me he dado cuenta que no he vivido. Y resignada a ser musa y no poeta acabé en estrofas vacías de retórica y sin autor.