Silencio, escucha las bocas de los títeres del desván, no saben a barniz pero si a tempestad. Cierra los ojos, recuerda como lucían los hilos al compás de los dedos del violinista un miércoles noche. Calla, quiere bailar y no tiene zapatos de claqué, ni un suelo liso, ni unos huesos que le sostengan, ni un público dispuesto a sentir el ruido de la vibración que producen diez almas en seis cuerdas. Huele, y duele, y vuelve, los colores de una voz se guardan en la planta de los pies.. Silencio, cierra los ojos, calla, huele; Siente el vacío al caer en un beatbox, relame las letras que sobreviven en una fotografía, recoge el quejido enganchado en las ramas del árbol donde siempre toca un cantautor. Vuélvete cierto rodeando de rimas un grito en la pared, reconoce la belleza en un cuerpo deformado por la dedicación. Aficiónate a los antros rellenos de pasión, a los tableros maltratados que son sinónimos de los tobillos de un bailaor. Reclama tus mil sentido y sie