Te estás cortando. Deja de abrazar cristales rotos. Corta el flujo huracanado de pensamientos por los que vuelan para clavarse en tu cráneo. Hay que lamerse las heridas, no responder a los puntos suspensivos, quitarle la exclamación al miedo. Puedes cerrar la ventana y esperar a que el refrán se invierta, pero n o abraces tus propios cristales rotos.