Me apetecía describirte
una última vez.
Puede que ahora
de una manera distinta,
de una manera sincera.
Han pasada tres años y aun
me agobian las preguntas,
odio el número 1,
siento necesidad por justificarme,
sigo teniendo estrías de tus uñas,
cicatrices en los recuerdos,
cortinas de complejos,
cuervos posados en mi pelo susurrando las taras que creaste,
Incesantes dudas sobre cuanto valgo según tu listón.
Aun me pongo alerta cuando escucho
"Solo quiero lo mejor para ti"
Pero cabrón de mi vida
este no es un poema triste.
He dejado la soga en tu casa
Y he sentido como la vida tenía pulso.
He caminado por tu calle a posta para sentir la adrenalina de no tenerte miedo.
Recordé el poder de quien tiene voz.
Voz y risa.
He comenzado a cuidar de mi hogar, de este espacio en el que habito.
He dejado de maltratarlo
de exiliarlo,
de calificarlo.
Para mi sorpresa; ya no me lloro encima
Te he encontrado, bajo cremallera, escondido en mi hombro izquierdo
y por primera vez me he puesto tirantas
Solo me queda una linea en el cuello de tanto agachar la cabeza,
de vez en cuando echo a correr sin motivos
Y con razones.
Y no voy a mentir,
hay golpes de tu boca que aun no he conseguido superar.
Querido cabrón de mi vida
ya no me tocas
Y joder,
que bien sienta ganarle el pulso a la herencia de tu paso por mi vida
Comentarios
Publicar un comentario