De los versos libres,
que no se ajustan a las leyes
que marcaron los grandes
que ya cayeron,
de ahí nace la rebeldía.
La fidelidad, ella nace del soneto.
Una promesa fija dos a dos que no se rompe.
El pecado, no es más que una sinalefa.
Se creó la diéresis como forma de castigo
y la sinéresis como deber impuesto.
El amor, que nace de la poesía,
y esta nace del insomnio
de los corazones rotos,
de las tormentas de verdes núcleos
y del fuego que enciende la rabia.
Por eso siempre van de la mano,
siendo asonantes porque ni siquiera ellos
saben rimar con totalidad.
De ahí nace la eternidad.
que no se ajustan a las leyes
que marcaron los grandes
que ya cayeron,
de ahí nace la rebeldía.
La fidelidad, ella nace del soneto.
Una promesa fija dos a dos que no se rompe.
El pecado, no es más que una sinalefa.
Se creó la diéresis como forma de castigo
y la sinéresis como deber impuesto.
El amor, que nace de la poesía,
y esta nace del insomnio
de los corazones rotos,
de las tormentas de verdes núcleos
y del fuego que enciende la rabia.
Por eso siempre van de la mano,
siendo asonantes porque ni siquiera ellos
saben rimar con totalidad.
De ahí nace la eternidad.
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