Cualquier excusa me es válida para verte enganchado a mis tetas
y es que mi piel necesita el roce de tu cuerpo para sentirse propia.
Nuestras caderas se diseñaron para rozarse
y el invierno para tocarnos.
Tengo que confesarme por pecar en tu entrepierna
y no hay peor pecado que no arrepentirse.
Eres tentación escrita y palpable.
Eres deseo, eres calor.
Y lejos de encontrar la calma en tu cama
quiero una detonación a la que llamar orgasmo.
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