Me pesan todos y cada uno de los versos que no escribo por miedo
a sentirlos como propios.
Tengo letras vetadas para no ordenarlas,
sílabas que me tambalean a su paso.
Tengo un poema dispuesto a romperse
mientras se asienta.
Dispuesto a escuchar mientras me
rompo.
Dispuesto a asentarse mientras me
escucho.
Tengo camiones de equipaje con ruedas
pinchadas,
hemorragias externas sin cirujano,
marcas sin una historia de superación,
viajes en los que aun estoy de ida.
Personas a las que debo dejar atrás y no quiero.
A las que quiero dejar atrás y no puedo.
Y a las que puedo dejar atrás y no debo.
Lloran al día tantas partes de mi
que lagrimar me parece redundante.
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